El término «cruzado» no empezó a usarse ampliamente hasta el siglo XV, pues anteriormente se consideraba a estos caballeros como peregrinos armados.
La tolerancia, el comercio y las relaciones políticas existentes entre árabes y los reinos cristianos europeos florecieron hasta que en 1072 los fatimíes perdieron el control de Palestina ante el avance del Imperio selyúcida, un imperio musulmán suní túrquico-persa.
Las cruzadas difundieron el espíritu feudal y los preceptos cristianos (el caballero cruzado estaba al servicio de Cristo y de su Iglesia como vasallo).
El I Concilio de Letrán, en 1123, da estatus legal a las cruzadas: le otorga indulgencias, así como protección de sus familias y bienes, incurriendo en excomunión a aquellos que les molestasen, así como para aquellos que abandonasen en voto de cruzado.
Las cruzadas no solo se emitieron para combatir en Tierra Santa, sino que también se emitieron contra los musulmanes en la Reconquista en España, o contra los cátaros en el sur de Francia.