Cuarteto de cuerda n.º 15 (Beethoven)

Hubo retrasos durante la edición de las copias destinadas al Príncipe Golizyn, por un lado, y para el estreno en Viena por el cuarteto Schuppanzigh, muy relacionado con Beethoven.

Otra razón por la cual el príncipe Golyzin recibió el cuarteto tarde fue la demora en el correo entre Viena y San Petersburgo.

132 rara vez fue utilizada por compositores como Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y el propio Beethoven.

Mientras los primeros compases son llevados por el violonchelo, el primer violín, con virtuosas semicorcheas, toma la delantera en el Allegro que sigue poco después.

La opinión de que el segundo movimiento era un "Scherzo" se había establecido desde el principio entre los intérpretes.

[6]​ Este error se remonta a una revisión después de la primera presentación pública.

[7]​ La gratitud por su recuperación, que Beethoven había expresado en broma en el canon, ahora encontró su camino en serio en el cuarteto en La menor.

Al final, el tema de apertura se repite, pero esta vez, como señaló Beethoven, "con el sentimiento más íntimo", y la música termina en pianissimo.

[8]​ Wilhelm Heinrich Wackenroder (desde 1797) y E. T. A. Hoffmann (desde 1814) ya habían establecido un interés general por el "estilo Palestrina".

El violonchelo, la viola y el primer violín se complementan para formar un motivo de acompañamiento recurrente, sobre el cual el segundo violín toca una melodía casi vocal y quejumbrosa (un tema que Beethoven originalmente pensó para último movimiento de su novena sinfonía).

Algunos autores han visto en este cuarteto el motivo que le dio a T. S. Eliot el ímpetu para escribir su colección de poemas Cuatro Cuartetos; tenía una grabación de gramófono y declaró en una carta a Stephen Spender: "Su estudio es absolutamente inagotable.

En 1932, el poeta, diplomático y premio Nobel griego Yorgos Seferis (1900-1971), a la sazón destinado en Londres, escribía en su Diario (Días): “Estoy atónito; he conocido a muchos melómanos, y ninguno me dijo que Beethoven había expresado de modo tan palpable la madurez del hombre ante la muerte".