Cuarteto para el fin de los tiempos

Está escrita para clarinete en Si bemol, violín, chelo, y piano; una típica interpretación completa dura aproximadamente 50 minutos.

Después de la guerra, Brüll hizo un viaje especial para visitar a Messiaen, pero fue despachado y le dijeron que el compositor no lo recibiría.

Messiaen escribió en el prefacio de la partitura que la obra fue inspirada por un texto del Libro del Apocalipsis (Ap 10:1-2, 5-7, versión Nácar-Colunga):Vi otro ángel poderoso, que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era corno el sol, y sus pies, como columnas de fuego.

La obra se compone de ocho movimientos y refleja a la perfección los matices que tiene el autor en toda su carrera compositiva.

Transporté esto a un plano religioso y tendrá el silencio armonioso del Cielo.

Una prueba incluso para los más dotados clarinetistas, con un tempo extremadamente lento marcando corcheas = 44.

Scherzo, de un carácter más individual que los otros movimientos, pero aun así ligado a ellos por ciertas remembranzas melódicas.

“Alabanza a la Eternidad de Jesús”, para chelo y piano.

Una frase amplia, “infinitamente lenta”, en el chelo, magnífica con amor y reverencia la eternidad de la Palabra, poderosa y dulce, “cuyo tiempo nunca se acaba”.

La melodía se extiende majestuosamente hacia una cierta distancia dulce y ceremoniosa.

“Alabanza a la inmortalidad de Jesús”, para violín y piano.

Esta apunta especialmente al segundo aspecto de Jesús, Jesús el hombre, el Verbo hecho carne, inmortalmente ascendido para que comunicáramos su vida.

La pieza es la inspiración del Quartet for the End Of Time, una novela de 2014 por Johanna Skibsrud, que toma prestado su título y estructura de esta pieza.