Entre los usos más frecuentes se encontraban: secar el grano, tender la colada, y terraza o incluso dormitorio al aire libre, en climas calurosos.
[2] Entre las primeras cubiertas planas se encuentran las construidas con tierra o barro, llamadas "terrados".
Estas cubiertas exigían un elevado mantenimiento, por lo que en algunas zonas se produjo una nueva mejora, al revestir la cubierta con una última capa protectora a base de cal (Grecia), yeso (Túnez) o baldosas cerámicas (Cádiz).
[2] La evacuación del agua se producía por pequeños orificios en los laterales, denominados "imbornales".
[2] Muchos edificios del periodo neoclásico intentan conseguir cubiertas con muy poca pendiente refinando el sistema de los tejados tradicionales: el desagüe sigue basándose en la geometría o gravedad, pero las tejas se sustituyen por láminas metálicas más horizontales, usualmente de plomo.