Por el contrario, tanto los defensores del Antiguo Régimen como los partidarios de otros sistemas políticos y sociales contemporáneos (muy diferentes entre sí: el conservadurismo, el liberalismo social, etc.) defienden su existencia como necesaria para la preservación de los vínculos sociales y del cuerpo político.
Aunque hay instituciones similares en la Edad Antigua (los collegia y el clientelismo romanos), puede considerarse a los cuerpos intermedios como herederos directos de ciertas corporaciones propias del Antiguo Régimen, como las universidades y los gremios (corps en francés).
Cualquier entidad territorial de ámbito inferior al Estado es un cuerpo intermedio: tanto las ámbito local (municipio) como de mayor tamaño (comarca, provincia, región).
[4] Yves Mény[5] las agrupa en tres categorías: las político-sociales (partidos políticos, sindicatos, patronales), las profesionales-sectoriales (cámaras de comercio y agrarias, colegios profesionales) y las asociaciones.
[7] En la España del franquismo (1939-1975) se definían como entidades naturales "la familia, el municipio y el sindicato", y se pretendía restringir a esos ámbitos, representados "orgánicamente" en las instituciones (democracia orgánica) la expresión de la voluntad política y la participación en la vida económica y social; siempre encuadradas en los límites del mecanismo totalitario, de inspiración fascista, denominado Movimiento Nacional.