El cullagium es un antiguo tributo establecido por el Papa Urbano II (ca.
1042 – 1099) como parte de una tendencia hacia el celibato clerical.
Por este impuesto, La Iglesia católica permitía a los clérigos mantener una concubina en la medida que pagase anualmente una cantidad de dinero.
Supuso también una vía extra de financiación de la Iglesia.
[1] Con el tiempo, se transformó la naturaleza de este gravamen, cuando los príncipes se lo adjudicaron, definiéndose en 1733 como un tributo que deben pagar a su señor los sujetos que contraen matrimonio.