Décima (impuesto)

A mediados del siglo XVI los Países Bajos, pertenecientes al Imperio español bajo el reinado de Felipe II, iniciaron una serie de revueltas (conocidas como la guerra de Flandes o guerra de los ochenta años), como consecuencia de las imposiciones religiosas católicas a las que estaban sometidas por España.

En un lugar como los Países Bajos, donde el comercio era la base de la economía, estos impuestos fueron considerados desorbitados.

Lo excesivo de la cantidad que se pretendía recaudar llevó a los Estados Generales a rechazar el nuevo impuesto.

La carga económica que suponía el impuesto favoreció la emigración de la población hacia el extranjero; el conflicto entre España y los Países Bajos se vio agravado más allá de las imposiciones religiosas que lo habían originado.

En 1572 los comerciantes holandeses, en su rechazo al impuesto, cerraron sus comercios, provocando una grave escasez de los productos básicos y paralizando la vida diaria del país.

El Imperio español en Europa a mediados del siglo XVI .
Medalla acuñada en 1572 en los Países Bajos alusiva a la décima.