Los tambores metálicos surgieron en Trinidad y Tobago a finales de la década de 1930 cuando la población local comenzó a utilizar objetos cotidianos como instrumentos musicales para mantener y expresar su cultura.
El impacto de los tambores metálicos se refleja en su capacidad para generar oportunidades económicas y sociales en la región del Caribe y más allá.
Actualmente, estos instrumentos son relevantes en varios sectores económicos y contribuyen al bienestar de la comunidad.
La primera celebración fuen en 2023[3]y desde entonces se ha llevado a cabo anualmente.
Estos instrumentos metálicos representan un ejemplo de cómo el ingenio y la creatividad pueden transformar materiales simples en herramientas poderosas para la expresión cultural y la cohesión social.