Al trabajar en un bufete en San Diego, California, se involucró en el negocio de las acompañantes, e impresionada por el volumen de negocios en ese campo, fundó su propia empresa.
Tuvo antecedentes penales, entre ellos una orden de no acercarse a un exnovio en 1989, y un arresto por prostitución en 1990.
Sus edecanes cobraban hasta $300 por hora, y muchas de ellas eran profesionales con título universitario.
La prensa estadounidense llegó a sostener que el propio vicepresidente Dick Cheney había sido cliente de Palfrey.
Finalmente, la acusación fiscal del Distrito de Columbia terminó por solicitar para ella una sentencia condenatoria.