Defensa de la mujer maltratada

Debido a que la defensa es casi invariablemente recurrida por mujeres, en los juzgados y tribunales normalmente se califica como síndrome de la mujer maltratada.

Este síndrome ha sido problemático ya que no existe consenso entre médicos sobre si el maltrato acaba en una enfermedad mental lo suficientemente grave como para excusar al presunto delincuente.

No obstante, la legislación hace referencia a una enfermedad psicológica,[1]​ pese a que ni siquiera en la clasificación médica redactada hoy en día se incluye el síndrome en el sentido en que lo utilizan los abogados.

Solicitó provocación y el juez manipuló indirectamente al jurado para que considerasen si una mujer asiática, casada, que vivía en Inglaterra y en pleno uso de su juicio podía haber perdido el control ante la provocación de su marido.

[2]​ Igualmente, en R contra Thornton (No 2) (1996) 2 AER 1023 la mujer maltratada alegó nuevas pruebas que respaldaban que padecía trastornos mentales, y el Tribunal de Apelación ordenó un nuevo juicio considerando que, si la prueba habiera estado disponible en el primer juicio, el jurado hubiera tomado otra decisión.

Los cinco años de prisión se redujeron a tres años y medio debido a las aterradoras amenazas propiciadas por un hombre que quería dominar y controlar la vida de la acusada.

Dichas amenazas crearon un auténtico miedo por su propia seguridad, y lo que es más importante, por la de su hija.

Esto provocó que la acusada perdiera el control y cometiera una agresión violenta.

LR 256 se ofrecieron pruebas clínicas para demostrar que la acusada padecíatrastorno por estrés postraumático tras una violación ocurrida tres días antes.

[10]​ Se le podría negar una defensa de este tipo a una mujer maltratada dentro de una relación del mismo sexo o en un maltrato infantil en los que se ha empleado una fuerza excesiva, dado que él o ella son físicamente inferiores y no están bajo un ataque inminente.

Esto hace referencia a la ley racional de que una persona puede matar para salvar su propia vida.

[16]​ Los defensores de Napolitano alegaban que el juez del caso había actuado erróneamente al desestimar las pruebas del prolongado maltrato a manos de Pietro (incluyendo un suceso cinco años antes cuando él la apuñaló hasta nueve veces con una navaja).

[17]​ En R contra Fate (1998) 16 CRNZ 88 una mujer que había ido a Nueva Zelanda desde la pequeña isla de Nanumea, que forma parte de las Islas Tuvalu, fue sentenciada a dos años por homicidio involuntario por provocación.

Había pruebas de abandono, humillación y maltrato, pero el tribunal concluyó que eso era exagerado.