En su lugar, destacan las abrumadoras pruebas de desigualdades motivadas por el racismo, así como las estructuras culturales, sociales y políticas que privilegian a los brasileños blancos.
Según Martiniano J. Silva, el racismo en Brasil fue implantado a través del mito de democracia racial.
Hasenbalg, concluye que hay semejanzas con las élites de otros países latinoamericanos y compara sus realidades con las estadounidenses.
Estos parecen poseer dos puntos centrales: Thomas E. Skidmore entiende que lo del blanqueo se basa en la presunción de la superioridad blanca.
Así afirmando que el emblanquecimiento produciría una población mestiza, capaz de tornarse siempre más blanca, tanto cultural como físicamente.