El estado de los derechos humanos en Catar sigue siendo preocupante para muchas ONG.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, denuncian que en Catar se violan derechos humanos fundamentales, especialmente derechos de los trabajadores migrantes, las mujeres y las personas LGBT.
[5] La mayoría de estos trabajadores han emigrado voluntariamente a Catar como obreros poco cualificados o asistentes domésticos, pero se les somete a condiciones indicativas de servidumbre involuntaria.
[5] Los empleados domésticos son especialmente vulnerables al tráfico de personas, ya que se encuentran aislados en casas particulares y no están cubiertos por las leyes laborales.
[15] El sistema kafala de apadrinamiento existe en todos los países del Golfo Pérsico excepto en Baréin, y significa que un trabajador (no se aplica a turistas) no puede entrar en el país sin un kafala o padrino, no puede abandonarlo sin permiso de este kafala (debe contar con un permiso de salida otorgado por el padrino o kafala), y el padrino tiene derecho a prohibir al empleado entrar en Catar entre 2 y 5 años después de su partida.
Varios padrinos gubernamentales han ejercido recientemente este derecho para evitar que los empleados abandonen el país, reteniéndoles contra su voluntad sin motivo aparente.
El sistema discriminatorio de tutela masculina que se aplica en Catar niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones fundamentales sobre sus vidas, según la organización Human Rights Watch.
[18] La apostasía también está considerada delito capital, junto con la sodomía y las relaciones fuera del matrimonio.
En Catar se utiliza la Flagelación como castigo por el consumo de alcohol o las relaciones sexuales ilícitas.
Según Amnistía Internacional, en 2012 al menos seis extranjeros fueron condenados a recibir entre 40 y 100 azotes.
Solo en circunstancias excepcionales, el gobierno de Catar puede conceder la ciudadanía a un extranjero que ha proporcionado notables servicios al estado durante varios años.
Pero tras su jubilación, el patrono tendrá que ser una figura de considerable influencia para mantener este «regalo» satisfaciendo a las autoridades laborales.
No obstante, en la mayor parte de los casos, el trabajador que llega a los 60 debe dar por finalizado su contrato y abandonar el país, aunque puede volver si se le concede un visado especial.
Como resultado de estos avances, las mujeres cataríes tienen muchas oportunidades profesionales, que incluyen puestos directivos, proyectos benéficos, servicios de salud y humanos, y trabajos en diversos sectores, incluso en la diplomacia.
Según la embajada de Catar,[22] las mujeres desempeñan trabajos en educación, salud, justicia, periodismo, aviación, banca, política, finanzas y turismo.
[23][24] En 1999, Catar permitió a las mujeres votar legalmente y obtener altos cargos en el gobierno, por nombramiento o elección.
[26] La orientación legal y la identidad de género no están cubiertas por ninguna legislación civil y tampoco se reconoce el matrimonio, unión civil o asociación doméstica entre personas del mismo sexo.
Según la ley Sharia, la homosexualidad en Catar se castiga con la pena de muerte para los musulmanes.
[30] El gobierno utiliza la ley suní como base de sus códigos civil y penal.