La extinción de la dinastía de los Reyes Santos —que reinaba en el país desde el año 1001, con san Esteban I—, generó una seria crisis en Europa central al postularse varios pretendientes al trono vacante.
[10] Sin embargo, la mayoría de los nobles seguían rechazándola debido a que, según la Crónica Miniada,[11] temían que «los hombres libres del reino perdiesen su libertad si aceptaban un rey nombrado por la Iglesia».
[10][13] Ambos firmaron una alianza y emprendieron juntos la invasión de Bohemia el otoño siguiente.
[15] Los invasores pudieron ocupar Kutná Hora y Carlos tuvo que retirarse a Hungría.
[19][20] Carlos Alberto, a lo largo de su reinado, derrotó a los barones locales y suprimió sus poderes regionales, unificando el reino bajo su mano, y manteniendo el control sobre todas las regiones (aun las más alejadas) con un sistema administrativo bien programado, al que le siguieron una serie de reformas económicas, con rigurosos impuestos aduaneros e internos.
De esta forma, el rey húngaro gobernaba una región considerable que contaba con una posición estratégica codiciada.
En 1301 sobrevino la muerte del rey Andrés III de Hungría sin dejar herederos varones ni un sucesor designado.
Con la desaparición de la dinastía húngara que reinaba desde año 1001 con san Esteban I de Hungría se generó una seria crisis en Europa central al postularse varios pretendientes al trono vacante.
Los grandes señores habían adquirido mucho poder en las últimas décadas durante el débil reinado de Andrés III, y no reconocían la autoridad suprema del rey, gobernando cada uno de manera casi autónoma en sus territorios.
Sin embargo, el pueblo alarmado por la intervención de la Iglesia, temió perder sus derechos de libertad, y envió un comité a Bohemia para ofrecerle el trono al joven Wenceslao III.
El grupo diplomático estaba liderado por Juan Gimesi, arzobispo de Kalocsa, acompañado por varios obispos húngaros y muchos nobles como Enrique Kőszegi, Nicolás Balassa, Domonkos Rátót.
Aun con la derrota militar, el papa Bonifacio VIII siguió apoyando insistentemente a Carlos Roberto.
De inmediato el joven renunció al trono húngaro y prometió devolver la Santa Corona que se hallaba en su posesión.
Tras la renuncia al trono en 1305, Wenceslao devolvió la Santa Corona, pero no se la entregó a Carlos Roberto, sino a su aliado Otón III duque de Baviera, nieto por vía materna del fallecido rey Bela IV de Hungría.
En la primavera Carlos Roberto ocupó la ciudad de Estrigonia y continuó avanzando hacia el norte recuperando muchos territorios.
En verano de ese mismo año Ladislao Kán capturó a Otón junto con la Santa Corona Húngara y lo mantuvo en prisión durante varios meses.
Cuando el enviado papal amenazó con la excomunión a Ladislao Kán, este pronto devolvió la Santa Corona y finalmente Carlos Roberto pudo ser coronado, por tercera y definitiva vez, como rey húngaro.
Posteriormente derrotó a los barones y suprimió sus poderes regionales, unificando el reino bajo su mano, y manteniendo el control sobre todas las regiones (aun las más alejadas) con un sistema administrativo bien programado, que le siguió una serie de reformas económicas, así como la introducción del florin de oro basándose en la moneda de Florencia.
El poder real en Hungría se había debilitado considerablemente desde la invasión tártara de 1241, adquiriendo fuerza y poder los señores nobles húngaros.
La prosperidad y riqueza del reino húngaro y de Europa central sobrevino entonces a partir de la llegada de los reyes Anjou-Hungría, elevándose el Estado a un nivel cultural excelso, interviniendo en crisis políticas posteriores en Italia y Francia, ante los tronos vacíos en la segunda mitad del siglo XIV.