Su objetivo era luchar contra oponentes políticos, supuestos o probados.
Como práctica de persecución represiva, la descomposición cumplía funciones amplias y encubiertas de control y manipulación, incluso en las relaciones personales del individuo objetivo.
La Stasi se basó para ello en su red de colaborador informal (en alemán inoffizielle Mitarbeiter o IM), en la influencia del Estado sobre las instituciones y en la "psicología operativa".
Mediante ataques psicológicos dirigidos, la Stasi intentó privar al ciudadano de cualquier forma de organización disidente o en oposición al gobierno y a la constitución de la RDA dirigiéndose, no a sujetos que hubieran cometido delitos, sino a sujetos que pudieran llegar a participar de la oposición.
La táctica consistía resumidamente en la descomposición del tejido social y personal del individuo objetivo (socavando su prestigio y confiabilidad, por ejemplo, con acusaciones o montajes), así como de la propia salud mental del mismo (mediante manipulación, a través de relaciones personales, persecución, gaslighting, etc.);[1][2] lo cual incrementaba la socavación de su confiabilidad social.