Esto ahorra costes al requerir una menor inversión en capital humano y reduce las barreras de entrada, debilitando así el poder de negociación del capital humano.
[1] Se critica[2] que ello se traduce en la pérdida de calidad y en la devaluación del trabajo (haciéndolo mecánico antes que fruto del pensamiento y convirtiendo a los trabajadores en autómatas antes que en artesanos), erosionando así la comunidad.
Ejemplos de desprofesionalización se pueden hallar en muchas profesiones, y entre ellas: El trabajo se fragmenta y las personas pierden sus habilidades y conocimiento integrados que son característicos del artesano.
[3] Aplicado a las artes, Benjamin Buchloh define la descualificación como "un concepto de suma importancia para describir con relativa precisión numerosos esfuerzos emprendidos por los artistas en todo el siglo XX.
Se relacionan con el tema de la descualificación la desprofesionalización y las máquinas que ahorran trabajo.