Los agricultores usan a menudo los desechos de origen animal como fertilizante y los aplican al suelo.
Si se aplican en demasiada cantidad o en forma incorrecta, pueden contaminar los lagos, arroyos y fuentes de agua subterránea y perjudicar la salud humana.
Los fosos de estiércol animal son comunes en una granja y son útiles para la limpieza y el almacenamiento de desechos.
Sin embargo, si no se mantienen y ventilan en la debida forma, pueden producir cuatro gases potencialmente mortales: amoníaco, dióxido de carbono, ácido sulfhídrico y metano.
A medida que el estiércol se descompone y se fermenta, produce estos gases y puede causar reacciones tóxicas en las personas o los animales, agotamiento de oxígeno, asfixia y aun la muerte.