Estos habían luchado en la independencia y creían que por este hecho tenían derecho a gobernar y participar también en las decisiones nacionales, lo que fue interrumpido con la llegada de José María Vargas.
La revolución le negó inicialmente la renuncia a José María Vargas,[3] derrocándolo posteriormente.
Allí Carujo y Vargas tuvieron un acalorado diálogo, donde Carujo le increpó:“Señor doctor, usted sabe ya del pronunciamiento.
[4]José María Vargas fue puesto bajo arresto domiciliario, se le impidió recibir visitas, y luego fue enviado al exilio a Saint Thomas junto a su vicepresidente Andrés Narvarte el 9 de julio.
[1] José María Vargas había facultado al expresidente José Antonio Páez como comandante del ejército y este sofocó el levantamiento, restituyendo a Vargas.