Deutsches Requiem

Un acto necesario en ese proceso es el abandono de toda piedad hacia los humanos.

En la persona del poeta judío David Jerusalem, apresado en el campo, Zur Linde aprecia la última prueba a su postura férrea y carente de cualquier compasión.

Poco después, alude a que bombardeos aliados destruyen su casa y su laboratorio.

El nombre del cuento refiere a Ein deutsches Requiem, un oratorio de Johannes Brahms.

Si bien en la liturgia romana el réquiem es la misa de difuntos, Brahms no concibió su obra como ceremonia funeraria, sino que, siguiendo la tradición luterana, empleó textos del Antiguo y Nuevo Testamento que resaltan la función consoladora de la música.

Sea como fuere, y tal vez sea ello una contradicción en la actitud de Zur Linde, no se interesa ni por Wagner, con su marcado antisemitismo, ni por Liszt, de cuya obra abusaron los nazis.

Adam Elbanowski señala que Borges reduce frecuentemente el epígrafe a unas pocas palabras.

[5]​ Ambos pierden su salud, su familia y sus bienes; pero defienden su conducta más allá de los acontecimientos adversos.

[7]​ Borges declaró en 1968, en conversaciones con Richard Burgin, que su propósito había sido retratar un "nazi ideal" o la "idea platónica de un nazi" [8]​ Zur Linde es un lector, su entrada al partido es producto de una evolución intelectual que lo ha llevado a renunciar a los ideales cristianos e interesarse por la filosofía de Schopenhauer, Nietzsche y Spengler.

[9]​ Así como Schopenhauer negó que hubiera una ciencia general de la historia y la definió como "el relato insignificante del interminable, pesado y deshilvanado sueño de la humanidad", Spengler, por su parte, "propendió al edificio dialéctico, siempre infundado, pero grandioso".

Sus convicciones se ven puestas a prueba cuando llega el poeta judío David Jerusalem.

Zur Linde lo caracteriza como "perseguido, negado, vituperado, había consagrado su genio a cantar la felicidad.

[13]​ Esa caracterización da la pauta de la evolución ideológica del narrador: los individuos sólo cuentan en la medida en que pertenecen, o no, a un grupo.

El hecho de que se "murmure" le da a lo acontecido un carácter insidioso y ello, junto con su gravedad, puede llevar a especular que en Tilsit no sólo fue destruida la pierna de zur Linde, sino también su sexualidad.

un paso mucho más arriesgado, que era mover la maquinaria de la “conciencia del otro” recreando su voz íntima, personal, asumiendo su yo partido, y dejando en la confusión al lector que pedía una condena bien fundada desde la autonomía del arte.„ [24]​ Tal vez haya dado Borges, de antemano, una respuesta a sus críticos.

Analizando la figura de Raskolnikov, con quien zur Linde se compara, dice: „En la realidad no hay, estrictamente, asesinos; hay individuos a quienes la torpeza de los lenguajes incluye en ese indeterminado conjunto...En otras palabras: quien ha leído la novela de Dostoievsky ha sido, en cierto modo, Raskólnikov y sabe que su “crimen” no es libre, pues una red inevitable de circunstancias lo prefijó y lo impuso...por ende, no hay castigo sin injusticia...Madame de Staël ha compendiado estos razonamientos en una sentencia famosa: Tout comprendre c'est tout pardonner [Comprender todo es perdonar todo].“ [25]​ Alejandro Martínez dice al respecto: "más bien la intención del relato indica que para realmente combatir el mal, no basta solo con atribuirlo al otro, sino también reconocer su presencia, al menos potencialmente, en uno mismo."