Lucrecio entendió que “la declinación rompe los fati doedra (ataduras del destino)”, y “…si los átomos nunca se desvían para originar algún nuevo movimiento que romperá los lazos del destino” nada cambiaría, pero este proceso sí tiene lugar “en un tiempo no fijo, imperceptible a los sentidos y en el menor espacio posible”.
La diferencia fundamental para llegar a conclusiones tan dispares a partir de una física atomista residiría en el postulado introducido solamente por Epicuro que afirma que los átomos en su movimiento de caída se desvían del movimiento rectilíneo.
Marx consideró a Epicuro el librepensador griego más formidable y combativo contra la religión.
[3]“En Epicuro, por tanto, la atomística con todas sus contradicciones ha sido llevada a cabo y completada como la ciencia natural de la autoconciencia.
"[11]El doxógrafo epicúreo Cyril Bailey expresó: “Mirando hacia atrás en su trabajo (de Marx) ahora, es casi asombroso ver hasta dónde llegó considerando los materiales disponibles en ese momento y probablemente fue la primera persona en ver la verdadera distinción entre los sistemas de Demócrito y Epicúreo.
"[12]El destacado historiador clásico Benjamin Farrington escribió que: “Curiosamente, fue Karl Marx en su tesis doctoral... quien primero tomó la medida del problema y proporcionó la solución... haciendo de Epicuro el más profundo de los dos (en comparación con Demócrito) en la medida en que mientras trabajaba para encontrar espacio en su sistema tanto para el ser animado como para el inanimado, tanto para la naturaleza como para la sociedad, tanto para los fenómenos del mundo externo como para las exigencias de la conciencia moral”.