Dipodidae

En su mayoría, los jerbos son nocturnos, lo que les ayuda a evitar la deshidratación durante las horas de intenso calor y a aprovechar las temperaturas más frescas de la noche para forrajear.

Además, sus dietas varían según el entorno, aunque por lo general se alimentan de semillas, raíces e incluso insectos.

En este artículo, exploraremos las características biológicas, el comportamiento y la importancia ecológica de los jerbos, así como las amenazas que enfrentan debido a la pérdida de hábitat y el cambio climático.

Los dipódidos son pequeños y medianos roedores, que van desde 4 a 26 cm de longitud, exceptuando la cola.

Los jerbos se mueven de forma similar a los canguros, es decir, saltando.

Los jerboas utilizan su cola para equilibrarse cuando saltan y como apoyo cuando se sientan erguidos.

Algunas especies, sin embargo, como Allactaga sibirica, son casi exclusivamente insectívoras.

Al igual que otros roedores, se han separado de los incisivos.

A diferencia de los ratones, quienes a veces optan por utilizar las madrigueras de otras especies, y no cavan sus propias madrigueras, además que anidan entre densa vegetación.

A diferencia de los Gerbillinae, no se sabe que los jerbos almacenen su comida.

Los Jerboas también intentarán minimizar la pérdida de agua alimentándose por la noche, cuando hace más fresco en el desierto.

En verano, las jerboas que ocupan las madrigueras taponan la entrada para mantener fuera el aire caliente y, según especulan algunos investigadores, a los depredadores.

Una vez que alcanzan la edad adulta, suelen tener su propia madriguera y buscan la comida por su cuenta.