[3] Ha sido el quinto mensaje institucional extraordinario de un monarca español dirigido a la nación desde 1975.
En el caso de la presidenta del parlamento regional, Carme Forcadell, tres.
[16] Solo dos días antes habían tenido lugar los sucesos en torno a la consejería de Economía catalana en los que un grupo de guardias civiles no pudieron salir del edificio ante la multitud que lo rodeaba.
[18] Los resultados fueron ampliamente cuestionados tanto por las irregularidades detectadas durante el proceso,[19] como por la falta de ratificación por un órgano independiente.
Se acordó con el Gobierno, que no había realizado ninguna declaración pública, que Felipe VI dirigiría un discurso a los españoles a las 21.00 horas del martes 3 de octubre, decisión que se hizo pública a las 18:25 del mismo día.
Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles.
Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado.
Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla.
Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas.
En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.
[23] Continuó denunciando la quiebra de los principios democráticos que deben regir todo Estado de Derecho, «socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla».
También recalcó las claves necesarias para el funcionamiento del Estado de Derecho: «Vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley.
El texto es ajustado, con palabras medidas pero contundentes y frases con ideas claras, sin perífrasis o circunloquios, ni digresiones innecesarias.
A su juicio, su duración fue muy adecuada, seis minutos, tiempo suficiente para exponer las ideas más importantes sin extenderse.
Su repercusión fue máxima, tanto por televisión y radio españolas como en los medios de comunicación internacionales que lo siguieron en directo.