Primeramente, el rey Fernando el Católico lo concedió en 1505 a Giovanni Granai Castriota, II conde de Copertino y sobrino del célebre condotiero albanés Jorge Castriota, llamado Skanderberg.
Cuando su hija la duquesa María murió sin descendientes en 1548, Fernandina se reincorporó a la corona napolitana, a pesar de las pretensiones sucesorias de su viudo y primo, Antonio Granai Castriota.
[nota 1] No obstante, el proceso quedó paralizado por las circunstancias personales de la duquesa, que emprendió un activismo político contrario al régimen, con una sonada participación en las protestas tras el incidente de Palomares, lo que le acabaría conduciendo a la cárcel en 1969 y posteriormente al exilio en Francia, ganándose el apelativo popular de «la Duquesa Roja».
[4] Esta dignidad, la más alta en la jerarquía nobiliaria española, no fue nunca unida al ducado, mas la Grandeza que poseía la Casa estaba unida a su título principal, el marquesado de Villafranca.
[1] Esto se contrapone a la norma, instaurada en el siglo XIX sobre una creencia anterior, de que todos los ducados españoles llevan aparejada la grandeza.
El pleito se prolongó durante casi diecinueve años y concluyó en 2011 con una sentencia del Tribunal Supremo que fallaba en favor de Alonso, estimando que la cesión del padre no podía anular el mejor derecho del hijo.
Sin embargo, el Consejo de Estado, en su dictamen, consideró que la revocación de la rehabilitación no producía efectos ex tunc, sino ex nunc, considerándose a todos los efectos que Pilar González de Gregorio había poseído legalmente el título entre 1993 y 2012 y por tanto podía considerarse última poseedora a los efectos del cómputo del plazo de vacancia del título.
Titulares Pretendientes Titulares Titulares con reconocimiento oficial en Italia Pretendientes El escritor inglés Henry Glapthorne escribió una obra de teatro llamada The Duchess of Fernandina (La duquesa de Fernandina), que se estrenó en 1660.