[3] Cunsolo y Ellis lo definen como "la pena sentida en relación a experimentaar o anticipar pérdidas ecológicas, incluyendo la pérdida de especies, ecosistemas, y paisajes significativos debido al cambio ambiental agudo o crónico".
"[6] Las investigaciones en el campo de la psicología sobre el duelo ecológico y climático está en sus etapas iniciales.
[9] Los comunicadores, como el Yale Program on Climate Change Communication, han, a menudo, dirigido la cuestión del dolor acentuando la importancia de describir soluciones.
[10] Sin embargo, aún no está claro si canalizar la ansiedad y la desesperacion en acciones es una respuesta adecuada para personas que han experimentado pérdidas personales concretas, como los habitantes de Groenlandia, quienes han tenido que sacrificar a sus perros de trineo.
[19] Renée Lertzman, una científica social[20] que "estudia la salud mental y componentes emocionales de la degradación medioambiental, en un estudio compara el estrés relacionado con el clima que ahora atormenta a los adolescentes y los veinteañeros con los miedos opresivos que los jóvenes baby boomers sufrieron durante la Guerra Fría, muchos de los cuales crecieron bajo la amenaza de la aniquilación nuclear".