De esta forma en 1975 el sector servicios producía un 51,1% del VAB andaluz y daba empleo a un 40,8%, mientras que en el año 2007, producía el 67,9% del VAB y el 66,43% de los empleos.
De esta forma, Cádiz y Huelva presentan el mayor déficit comercial.
Andalucía aporta el 14% de la producción científica española, precedida tan sólo por Madrid y Cataluña,[25] si bien la inversión interna en I+D+I, como proporción del Producto Interior Bruto, es inferior a la media española.
En cuanto al turismo cultural y de congresos, Andalucía cuenta con una gran riqueza patrimonial e histórica.
Sus monumentos, catedrales, castillos o fortalezas, monasterios, cascos históricos y museos, así como una amplia red de palacios de ferias y exposiciones, hacen que este sector esté en clara expansión en la comunidad.
El sector primario produce el 8,26% del total y ocupa al 8,19%[30] de la población activa.
El sector primario se puede dividir en una serie de subsectores: agricultura, pesca, ganadería, caza, recursos forestales y minería.
La agricultura en Andalucía se ha basado tradicionalmente en el cultivo del trigo, el olivo y la vid, la llamada tríada mediterránea.
[31] En la mayor parte de la región predominan las grandes explotaciones agrícolas o latifundios, como son las alquerías, los cortijos y las haciendas.
La pequeña propiedad agraria o minifundio no tiene una presencia significativa en la región, salvo en determinadas zonas del antiguo Reino de Granada, donde existen dos comarcas especialmente importantes desde el punto de vista agrícola: la Vega y las Alpujarras.
En la zona litoral el retroceso de los cultivos tradicionales ha sido impuesto sobre todo por la urbanización masiva.
Sin embargo, desde el siglo XVIII, entra en un grave letargo del que aún no se ha despertado.
Las cabañas ovina y caprina autóctonas presentan grandes posibilidades dentro de una Europa excedentaria en muchos productos ganaderos, pero deficitaria en los derivados del ovino y el caprino: carne, leche, cuero, etc.
No obstante, existen otras especies de gran valor cinegético: la cabra montés (Capra pyrenaica), el muflón (Ovis musimon), el gamo (Dama dama), el corzo (Capreolus capreolus), etc. A estas especies de caza mayor, hay que sumar otras tantas de caza menor, entre las que destacan: la perdiz (Alectoris rufa), el conejo (Oryctolaqus cuniculus), la liebre (Lepus capensis), la codorniz (Coturnix coturnix), el zorzal (Tudus philomelos), la paloma torcaz (Columba palumbus), etc.
Caza y conservación de la naturaleza no son, pues, conceptos excluyentes, si bien la creciente demanda y presión sobre un recurso tan frágil, abren un nuevo reto sobre la ordenación y regularización de esta actividad económica que garanticen su sostenibilidad, debido a los importantes ingresos que generan sobre los deprimidos espacios serranos.
El resto de superficie no arbolada está comprendida por pastizales, matorrales y roquedales.
La caza, la madera, los frutos (piñones) y el corcho junto con los aprovechamientos de los pastos suponen los subsectores más importantes.
Para explicar el bajo aporte a la producción hay que tener en cuenta una doble vertiente: natural y económica: En cuanto al factor natural hay que hacer especial hincapié a la escasas precipitaciones en Andalucía además del período de sequía estival.
Esto hace que la productividad del medio forestal andaluz sea sensiblemente inferior al de la España húmeda y claramente inferior al de la Europa del Norte.
Sin embargo esta política es muy agresiva con el medio ambiente y pone en peligro la conservación de los espacios naturales.
Las superficies de bosque, matorral y monte, si bien no tienen gran productividad económica, tienen claros beneficios ambientales que justifican su permanencia.
Los aprovechamientos marginales no son suficientes para fijar a la población, por lo que está en su mayoría ha envejecido y se ha reducido hasta un 50% en las últimas décadas.
Estos espacios están fuertemente antropizados, por lo que la presencia humana es fundamental en el equilibrio creado: hombre/naturaleza.
A pesar de la baja rentabilidad y crisis generalizada en el sector, la minería aún tiene cierta importancia.
Si comparamos el valor de las extracciones con el resto de España, se puede constatar que, en cuanto a las extracciones metálicas, Andalucía aporta el 59% del valor total nacional, destacando especialmente las piritas y el hierro.
En el caso de las rocas industriales (calizas, arcillas y otros materiales utilizados en la construcción) presentan una distribución muy repartida por todo el territorio andaluz.