Fue nieto de Victorino Da Cunha, quien inmigró desde Portugal en el siglo XIX, adoptando la forma castellanizada D’Acuña para su apellido al llegar a Chile.
El pensamiento económico de Eduardo García D’Acuña se enmarcó en lo que durante la década de los ochenta se comenzó a conocer como la visión neo-estructuralista del desarrollo económico en Latinoamérica.
El neo-estructuralismo evolucionó desde la perspectiva estructuralista nacida en CEPAL e influida por Raúl Prebisch, Celso Furtado, Aníbal Pinto, José Medina Echavarría, Juan Noyola Vázquez y Osvaldo Sunkel, entre otros.
García D’Acuña vio en el Estado un rol regulador, pero no estatizante, tomando participación central en los aspectos de equidad y distribución que enfrenta la sociedad.
Eduardo García D’Acuña consideraba que la interpretación meramente marxista de la realidad había quedado obsoleta dado el proceso de renovación socialista que se empezó a vivir en Chile en los ochenta.
Anticipaba que, dada la relativa baja base poblacional en Chile, un crecimiento económico basado en inversiones podría, en un par de décadas, generar incrementos en productividad y estándar de vida significativos.
[8] Ya en su tesis de doctorado en el MIT, supervisada por Charles Kindleberger, Eduardo García D’Acuña desarrolló un modelo macroeconométrico que permitía contrastar empíricamente las hipótesis estructuralistas versus monetaristas en la dinámica de la inflación en Chile.