Sin embargo una prolongada dolencia le obligó a abandonar enseguida la práctica del piano.
Sus textos también aparecieron en publicaciones valencianistas como la innovadora revista Taula de lletres valencianes (1928-30), el diario Avant (1930), Acció Valenciana (1930-31) o El camí (1932-34), y se encuadró en la naciente vanguardia valenciana, «indecisa y tardía, escindida entre la estética cosmopolita y la recuperación nacionalista», a decir de Cecilio Alonso, un grupo del que formarían parte entre otros Carles Salvador, Francesc Almela i Vives, Maximiliano Thous, Artur Perucho Badia, Adolf Pizcueta, los hermanos Martínez Ferrando, Enric Durán i Tortajada, Juan Gil-Albert, Pascual Pla y Beltrán, el escultor Alfredo Just o los músicos Enrique González Gomá y Eduardo López-Chavarri.
Según Vicente Galbis, «desde su tribuna literaria de La Correspondencia de Valencia, aportó una nueva visión a la vida musical valenciana puesto que no sólo reflejaba el acontecer cotidiano de los conciertos, sino que practicaba una crítica activa y creativa similar en cierta medida a la que se daba en otras partes del país.
Por ejemplo, aportaba sus últimas investigaciones sobre temas tan dispares como el compositor Vicente Martín y Soler, la estancia de Liszt en Valencia o su esfuerzo por redescubrir y reafirmar la importancia de Juan Cabanilles».
Una de sus últimas grandes iniciativas fue el homenaje, con conciertos, conferencias y otras celebraciones, al organista y compositor Juan Cabanilles (1644-1712) en ocasión del 250 aniversario de su muerte, que se cumplió en 1962.
La organización de todos los actos le tuvo ocupado durante varios años, involucrando a numerosas personalidades e instituciones, aunque sus objetivos solo fueron conseguidos en parte.
[11] Sin embargo no hay razones para creer que esto fuera así.