Efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado, y al final, ésta acabó cobrando vida.

Si por el contrario, sus capacidades son siempre cuestionadas por parte del superior, la actitud indiferente y desmotivación por parte del subordinado irán aumentando, lo que incuestionablemente conllevará una disminución de la cantidad y calidad de su trabajo.

En el mundo de la empresa, el efecto Pigmalión viene a significar que todo jefe tiene una imagen formada de sus colaboradores y les trata según ella; pero lo más importante es que esa imagen es percibida por el colaborador aunque el jefe no se la comunique.

Esto quiere decir que las personas adquieren un rol a partir de los demás, y acaban creyéndolo propio.

David C. McClelland realizó un “Estudio de la motivación humana”, en el cual se encuentra un epígrafe dedicado al efecto Pigmalión.

En este apartado se explica que Rosenthal (1966) demostró cómo las expectativas o sesgos de un investigador influían en el comportamiento de los sujetos estudiados, independientemente del contexto o ámbito en que la investigación se llevara a cabo.

Una vez evaluados dichos test se les comunicó a los profesores que una mitad de cada clase, elegida al azar, era muy brillante mientras que de la otra mitad se dieron los resultados reales.

Pigmalión y Galatea , por Angelo Bronzino (1530).
David C. McClelland.
George Bernard Shaw (1913).