Egidio de Asís

También acompañó al fundador a Roma, en 1209, cuando recibieron la aprobación oral de la Regla por el papa Inocencio III.

En cada uno de estos lugares se caracterizó por ganarse el pan con su propio trabajo, incluso siendo huésped de un cardenal, se dedicó a barrer la casa y limpiar los platos.

Tenidos en gran estima por Buenaventura de Bagnoregio y por el papa Pío VI.

[2]​ Egidio es venerado como santo inmediatamente después de su muerte.

Los franciscanos han propagado el culto a donde ellos iban fundando nuevos conventos, ligado siempre a la memoria de Francisco y sus primeros compañeros.