El "Chancellor"

Al saber la noticia, cunde el pánico entre la tripulación, hecho que ayuda a la propagación del fuego.

Al fin, las llamas llegan hasta la cubierta del barco, y el capitán Huntly, un hombre débil, abandona el mando de la nave.

Pronto, el comerciante Ruby, presa de una locura al culparse del peligro en que había sometido a todos al transportar clandestinamente «picrato de potasa», se arroja ante el fuego que consume el barco.

Es en este arrecife no señalado en las cartas marinas, que los tripulantes consiguen apagar el incendio con la inundación parcial del barco.

Mucho tiempo pasan en la balsa; las pocas provisiones de las que disponen no tardan en acabarse.

La rebelión no tarda en manifestarse, pero el enérgico carácter de Robert Kurtis y sus hombres ponen fin al motín.

No ven tierra, pero se encuentran cerca de la desembocadura del gran río Amazonas.