El simbolismo de los colores es: el negro representa al surco femenino terrígeno o tierra que debe ser fertilizada.
Este árbol era usado comúnmente por las tribus amazónicas en especial los uitotos que dervarían su nombre de ahí.
[2] En Ecuador era comúnmente usado por los quijos que perderían su idioma durante las misiones de Maynas y esta palabra "wituk" entraría dentro del vocabulario kichwa.
Además estos tintes son durables y no se desescaman de inmediato.
[5] Por esta razón existe evidencia arqueológica precolombina y costumbre que llega hasta la actualidad del uso de estos pigmentos.
Dentro de las culturas que lo usaban se encuentran: Chachis, Tsáchilas, Chonos, Manteños-Huancavilcas, Caranquis, Quitus, Puruhá, Cañaris, Quijos, Paltas, Shuar.
Su uso en las culturas que habitaban territorios en general tropicales con temperaturas altas y mucha radiación solar es resumido de la siguiente manera:[8]
Esta a su vez en contacto con palabras como shupi y shupu, usualmente interpretadas como "seno de vida".
Tanto el pipu como el shuquenu representan la escritura, el dibujo ideográfico, son usadas para hacer rayas o tarjas de contenido numérico, y usualmente también pinturas faciales.
En este caso se refieren al achiote andino o semilla del molle, planta usada tanto como pigmento como también dentro de la medicina ancestral.
Además una "etapa" dentro del Cerro Hojas-Jaboncillo, principal yacimiento arqueológico de los Manteños, se llama precisamente "El Achiote".
[13][5] En una de las versiones del mito shuar, Sua es una mujer e Ipiak un hombre.
[4] Existe otra versión del mito en donde Súa e Ipiak son ambos mujeres que sufren acoso en la comunidad.
En ambos casos, los dos personajes cumplen roles complementarios y se establece un vínculo entre los seres humanos con los árboles.