El espía que surgió del frío (película)

Para su sorpresa, esta revelación logra los objetivos reales y hasta ahora ocultos de la misión.

Leamas, que parece estar deprimido, amargado y alcohólico, acepta un trabajo como asistente en una biblioteca local.

Allí inicia una relación con su compañera de trabajo Nan Perry, una joven e idealista miembro del Partido Comunista Británico.

Leamas gasta la mayor parte de su pequeño salario en alcohol, lo que lo deja constantemente sin fondos.

Asalta estando borracho a un comerciante que le niega el crédito y es encarcelado brevemente.

En una casa de campo alemana, Leamas conoce a Fiedler, quien se convierte en su principal interrogador.

La evidencia es circunstancial, y aunque parece implicar a Mundt, Leamas refuta repetidamente esa conclusión, afirmando que un importante funcionario de Alemania Oriental no podría haber sido un agente británico sin su conocimiento.

Una vez que Fiedler explica sus hallazgos a sus superiores, los papeles se invierten y Mundt es arrestado.

Leamas inicialmente cree que ha fallado en su misión y teme represalias severas por parte de Mundt.

Le explica toda la trama a la aún idealista Nan mientras conducen un automóvil prestado hacia la frontera.

Ella lo reprende por estar involucrado en lo que equivale al asesinato de Fiedler, quien solo estaba haciendo su trabajo.

Leamas, agitado por su ingenuidad, estalla en una confesión airada y llena de autodesprecio: ¿Qué diablos crees que son los espías?

Una excepción es que el nombre del personaje femenino principal de la novela, Liz Gold, se cambia a Nan Perry en la película, supuestamente porque los productores estaban preocupados por la posible confusión en los medios con la esposa de Burton, Elizabeth Taylor.