Un curioso ratoncito decidió salir de su madriguera para brincar y jugar en la barriga de un león que plácidamente dormía la siesta.
Tanto jugó que hizo que el león rápidamente despertara, luego tomó al ratoncito con sus garras y le dijo al roedor que no lo moleste.
Un tiempo después, el león quedó atrapado en una red de cazadores.
Se puso a romper la red con sus filosos dientes hasta liberar al león.
Esta misma enseñanza se repite en otras fábulas del propio Esopo como la de Androcles y el león.