«El lobo y el busto» es una fábula atribuida a Esopo (siglo VI a. C.) y que posteriormente ha sido reescrita y recreada por diversos autores.
Un lobo halló un busto en el campo, que registró y olió, y viendo que no tenía sentido, dijo: «¡Qué bella imagen; lástima que no tenga cerebro!».
[1] La hermosura sin inteligencia, es un busto sin sentido.
[1] Félix María Samaniego (1745-1801) reescribió esta fábula como «La zorra y el busto»: Dijo la zorra al busto, después de olerlo: «Tu cabeza es hermosa, pero sin seso».
Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres, sólo son bustos.