Quiroga escribe y recopila varios cuentos infantiles ambientados en la selva, ya que la propia selva forma parte de la vida del autor cuando este viaja junto al poeta argentino Leopoldo Lugones hasta el Alto Paraná, y es allí donde su experiencia vital lo lleva a escribir sobre ese lugar que siempre formará parte de él.
Presenta un fuerte regionalismo que vemos no solo en la ambientación física de la historia, ambientada en la selva y el monte, sino que también nombra sitios reales como puede ser Paraguay o el río Paraná.
Cabe mencionar otro rasgo típico de los cuentos de Quiroga, la descripción realista y sin tapujos de un hecho que puede no ser adecuado para los niños, como en "Pero también en ese mismo instante el hombre, que tenía el cañón de la escopeta recostado contra un tronco para hacer bien la puntería, apretó el gatillo, y nueve balines del tamaño de un garbanzo cada uno entraron como un rayo en el corazón del tigre, que lanzando un bramido que hizo temblar el monte entero, cayó muerto".
En esta ocasión la moraleja no aparece plasmada de forma literal, pero sin duda se muestra transparente al final del relato concluyendo que: la confianza y la ingenuidad pueden llevarnos a confiar en los desconocidos que acechan en las sombras, y que solo quieren engañarnos para conseguir sus fines.
Al hilo de esta moraleja también podemos acudir a la visión del dicho “la venganza se sirve bien fría” en cuanto a que el loro vuelve acompañado del patrón, un tiempo después, para que ayudado por este logre consumar su venganza.