El misterio de la cruz egipcia

La misma letra “T” aparece igualmente marcada con sangre en la puerta de la casa del hombre muerto.

El director comercial de este extravagante personaje ha desaparecido y por ello se convierte en sospechoso del crimen.

Con las escasas pistas halladas, Ellery resulta incapaz de resolver el misterio del asesinato pero, seis meses más tarde y en Long Island, Nueva York, un vecino de uno de sus profesores universitarios es hallado igualmente sin cabeza y crucificado sobre un tótem indio, en el mismo barrio en que vuelve a aparecer el pseudoprofeta egipcio y sus seguidores.

Van Dine sobre el detective aficionado “Philo Vance” se mantiene aún en este intrigante relato, que tiene también aspectos en común con la posterior novela de John Dickson Carr “Los tres féretros” (1935), en cuanto que en ambas la trama se centra sobre tres hermanos procedentes de un mismo país, centroeuropeo en este caso, involucrados en un hecho violento acaecido muchos años atrás.

En un estricto ejercicio de lógica deductiva, Frederick Dannay y Manfred Lee proporcionan al final la solución que demuestra la correcta posibilidad que apunta al autor de los crímenes.