En sus intentos por ayudar, Ahmad se enzarza en constantes desacuerdos con su exmujer mientras descubre los conflictos, secretos y complejidades de la relación existente entre Lucie (Pauline Burlet), —hija de Marie—, su madre y Samir.
[3] El crítico también iraní Parviz Yahed identifica como temas del filme, recurrentes en su realizador, la confianza y la dificultad de emitir juicios sobre las personas, la verdad y la mentira, y el agotamiento de las relaciones matrimoniales; y estima que la película «no presenta similitud alguna con el cine francés», señalando que dados los personajes, «hubiera podido adoptar el planteamiento de un cineasta francés, [tratando temas como] la crisis identitaria, los traumas de la inmigración y las cuestiones del poscolonialismo o dando a la relación entre Mosaffá, Bérénice Bejo y Tahar Rahim la forma de un triángulo amoroso, pero Farhadí elude intencionadamente esas temáticas y construye su tenso drama existencialista en torno al eje del descubrimiento de la realidad».
[1] Mohammad Abdí, autor de Naqd-e film dar Iran (نقد فیلم در ایران, «La crítica de películas en Irán»): «Farhadí construye un universo oscuro y amargo de seres humanos visiblemente presos de un destino del que no es posible huir.
El cineasta no teme llevar a sus personajes —ninguno heroico (...)—, hasta los confines de una negrura absoluta (...).
Acá, la palabra conflicto es llevada a su acepción más extrema, relatándonos los problemas de una familia disfuncional y los involucrados secundarios y terceros, y lo inteligente de la historia es que se basa en los afectos no del tipo familiar, sino emocional».