[1][2] Respetado profesional y socialmente, el relojero viudo Michel Descombes vive tranquilamente en su tienda de Lyon con su hijo adolescente Bernard, que trabaja en una fábrica.
En estado de shock, ingenuamente les dice a los periodistas intrusivos lo que quieren escuchar.
Una vez calmado, se da cuenta de que debe estar en guardia y cuando dos matones rompen sus ventanas, su ayudante y él los golpean, arrojando a uno al río.
El inspector, con la esperanza de que Michel pueda llevarlos a la pareja fugitiva, se esfuerza mucho en ganarse su confianza.
Se alega que el hombre asesinado le exigió sexo a Liliane o la incriminaría por robar.