De hecho, son varias las ocasiones en las que el propio Clarín se refiere a estos escritos como artículos.
Pese a haber tenido un pasado de narrador épico, su labor literaria se centraba en ese momento en una poesía más íntima.
Al jurar sellar sus palabras con su propia sangre toma una decisión: ir a ocupar su verdadero puesto en Melilla.
Eleuterio se marcha a Melilla y allí habla con el capitán de Ramón y le dice que se hará pasar por él, que seguirá enviando cartas a la madre y novia de Ramón, que se convertirá en el sustituto del sustituto.
La muerte del falso Ramón llegará a divulgarse en varios periódicos nacionales, convirtiéndose este en héroe y quedando Eleuterio en el olvido.