Desesperado, Aguayo pretende irse, cruzar el río, buscar en la distancia la salvación; todo es en vano, pues, ya en la canoa, oye el chapoteo del tigre que lo persigue con los "dientes pelados y las luces verdes de sus ojos bailando sobre el agua".
Se lo echan en cara: cuando el tigre sabe que le tienen miedo, el hombre en cuestión "está fregado" porque lo matarán irremediablemente; y el "manchado" (como llaman la tigre) ha puesto su pata sobre la huella del pie de Aguayo.
La única forma de escapar es enfrentarse a la bestia, echarle el humo del cigarro en los ojos.
Aguayo está desesperado, se sabe aniquilado por el tigre y sólo desea que la muerte venga cuanto antes: el miedo lo ha matado antes que las garras del animal; esta es la gran metáfora de la obra.
El tigre es el elemento simbólico empleado por Aguilera Malta para representar el miedo ante lo desconocido, ante los misterios de la naturaleza, del bosque, provocado en muchas ocasiones por la superstición.