[2][3] Durante un viaje por Europa en la primavera de 1933, Pär Lagerkvist pudo presenciar los avances del fascismo y el nazismo.
[6] Por iniciativa del director Per Lindberg, Lagerkvist desarrolló aún más la historia en una obra de teatro, que también atrajo gran atención en varios países.
Los bebedores intercambian historias en las cuales se mezcla el humor como exorcismo de la muerte -muertos que expelen ventosidades- con anécdotas supersticiosas sobre verdugos del pasado.
En otra historia se narra el amor de un verdugo por una condenada, a la cual libera del cadalso, solo para tener que ejecutarla más tarde por haber matado a su hijo, que había nacido con la marca de Caín.
El verdugo asume un papel periférico y desinteresado, negándose a participar en la discusión.
Usted no puede pretender que semejante contagio se propague a las venideras generaciones [...] —¡Clases!
Se desata un tumulto y varios de los músicos son asesinados a tiros.
Siglos enteros entregué al olvido; y luego, apoyado en mi espada ensangrentada, esperé que nuevas generaciones me llamaran con sus jóvenes voces impacientes.
Lagerkvist moraba conscientemente en la metaxia[12] platónica, esa terrible tensión de la realidad, negándose a resolverla en la especulación religiosa, el ateísmo crítico o la actividad revolucionaria.
Polek dice también "En un momento en que las democracias occidentales aplacaban y apaciguaban a Hitler, cuando muchos pensadores y escritores de primer orden mimaban al nazismo, Lagerkvist expuso al movimiento por la barbarie que era.
El verdugo es una sátira digna de Swift (un autor que Lagerkvist admiraba mucho).
Pertenece a aquellos cuya lucha contra la deshumanización de la humanidad los ha llevado a buscar al Dios oculto [...]"[14] Jöran Mjöberg considera que "el verdugo también tiene una clara similitud con algunas figuras mitológicas de la religión griega: las Erinias, descritas por Esquilo en su obra Las Euménides.
Pero la perspectiva final suele ser más brillante que la de la antigua tragedia griega: terminan con la reconciliación.
La muerte y la destrucción son seguidas por una esperanza de algo nuevo, por una resurrección ritual.
"[15] Stephen Vicchio escribió Executioner's Hill: An Homage to Par Lagerkvist,[16] una obra de teatro en tres actos inspirada por El verdugo.
"Vicchio retrata la inocencia y el mal omnipotente en forma de superstición, maldición o las decisiones morales ciegas que toma la gente común.
"[17] Pär Lagerkvist escribió el guion para la película de televisión Bödeln (1965), basada en su novela.