Los gobiernos conservadores, acostumbrados a dominar el Estado por decenios, no se esperaba en la ocasión una sorpresa electoral.
Sin embargo, el presidente Manuel Montt no fue apoyado esta vez por los conservadores, ya que se había quebrado la confianza entre ambos, y el mandatario había ordenado a su ministro Antonio Varas, formar un partido nuevo, el Partido Nacional, el cual lo abanderó en la oportunidad.
La reputación de Montt se encontraba por el suelo tras la "Cuestión del Sacristán" que mermó su influencia sobre la aristocracia conservadora de la capital.
Sin embargo, la oposición no tuvo candidatos capaces de reunir los votos necesarios.
El mismo Manuel Montt reconoció años más tarde, que si no hubiese sido reelegido, los conservadores hubiesen permanecido en el poder por veinte años más.