Durante su adolescencia, la familia Caffarena decidió emigrar a Santiago, instalándose en un barrio contiguo al de Recoleta.
Su memoria se tituló El enriquecimiento sin causa a expensas de otro, en el Código Civil Chileno.
Durante este viaje conoció a Gabriela Mistral, la cual se transformó en una gran amiga con la que sostuvo una intensa correspondencia.
En Chile, diecisiete años después, en 1935, lograron uno limitado a las elecciones municipales, y no sería sino hasta 1949 que se obtendría para la mujer el derecho a voto para todas las elecciones.
Se le aplicó la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, llamada “Ley Maldita”, que quitaba sus derechos y perseguía a las personas afiliadas al Partido Comunista.
Elena nunca fue militante, pero sí su marido, el abogado Jorge Jiles, quien era dirigente de esa colectividad.
[cita requerida] Caffarena trabajó por la defensa de los derechos humanos que estaban siendo sistemáticamente quebrantados.