Fue discípulo del escultor Agustín Riganelli a quien reconoce como principal orientador de su línea estética y de Luis Perlotti, Alfredo Bigatti y Fascio Hebequer.
Su obra escultórica adorna espacios públicos y privados: la Virgen del Nahuel Huapi en la Catedral de Bariloche, los monumentos a la Madre en Plaza Huincul y El Chocón, en Neuquén San José Obrero, el Chasqui, los bustos de Sarmiento, Alberdi (“Héroe del pensamiento” en palabras de Emilio cuando lo donara a la Biblioteca homónima), grandes murales en bajorrelieve, en la Dirección de Turismo, ACIPAN, Hotel Royal, en la escuela N.º 2 y el emblemático Conejito, entre otras situadas en Roca, Cipolletti, Las Grutas y Carmen de Patagones.
Con esta técnica dejó un registro de casi setenta retratos de pobladores cordilleranos y mapuches relevados durante las décadas 80 y 90, en el Norte Neuquino, como así también su paisaje.
Incansable y optimista, lo largo de su vida fue docente, dibujante, escultor, pintor, escenógrafo, alfarero, diseñador gráfico, decorador, actor vocacional, diseñador de vestuario, orador improvisado, constructor, profesor universitario y viajero.
Distinciones Don Emilio, como se lo conociera afectuosamente en Neuquén, fue reconocido y distinguido a nivel Nacional, Provincial, Municipal, por entidades del ámbito privado y por sus pares.