Cuando su padre fue enviado a Estados Unidos como embajador, lo acompañó como secretario y completó allí sus estudios de derecho.
No tuvo ningún papel en las relaciones con el rebelde Estado de Buenos Aires, ya que esta se había reincorporado formalmente al país.
Instalado definitivamente en Buenos Aires, se dedicó al periodismo y al ejercicio de la abogacía, siendo un destacado abogado de empresas británicas.
Simultáneamente aparecía una generación de dirigentes jóvenes del autonomismo, que extendieron sus ideas proteccionistas e industrialistas – entre los que destacaron Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle – que tampoco lograron éxito alguna a largo plazo.
En 1882 fue elegido diputado nacional y apoyó la actividad de los líderes católicos – Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Tristán Achával Rodríguez y otros – contra la ley de educación común.