En algún valle de lágrimas

[1]​ La historia se desarrolla en un ambiente urbano a diferencia de sus textos anteriores.

Mientras se baña, se viste, recibe a su acompañante en turno y sale a la iglesia de Porta-Coeli, Recuerda los acontecimientos importantes de su vida, que lo han llevado a sus condiciones actuales, como aquella ocasión en que decide no ayudar a su único amigo, el tartamudo que planeaba invertir en un negocio y le pidió un consejo, cuando le cobró a Saldaña, por ayudarlo a liquidar a sus accionistas para que no lo encarcelaran por fraude, con sus muebles y un fistol muy preciado por su rareza, cuando el director de su escuela primaria, poco antes de que se lo llevaran encarcelado por asesinar a su mujer, le otorgó el premio a la Veracidad aquella vez en la que confesó haber llegado tarde a clases por quedarse dormido, su decisión de no casarse ni tener hijos después de contemplar mucho tiempo a un feto en el bazar del Niño perdido y de darse cuenta de que podía procrear con cualquier mujer o, finalmente, aquella ocasión en la que se decepcionó de su gata, la Cariñosa, por haber tenido gatitos, pues él confiaba en su virginidad eterna.

Ahí se encuentra a su antiguo director en condición de vagabundo.

Económicamente es estable, de clase alta porque no es empleado y tiene una propiedad grande (la vecindad), a su servicio está Macedonia, puede pagar a acompañantes femeninas cada que lo apetezca e incluso la deuda de su exabogado.

Macedonia: Es una anciana al servicio total de su empleador, es su cómplice en lo amoroso, en lo económico, en muchas de las experiencias difíciles ha estado a su lado; por lo tanto, su lealtad es tanta que pareciera que él es su única familia.

Los intereses del patrón se vuelven su interés, por eso se molesta cuando éste no cobra sus rentas a tiempo, lo procura en todo lo que puede como en la comida, lo ayuda a vestir, con los quehaceres domésticos, con las rentas, entre otros aspectos.

Económicamente es de clase media-baja porque es empleado, además, en la escuela se sabía que su ropa era usada porque lo vieron alguna vez comprarla en el Bazar del niño perdido.

Doña Porfirita: A quien le decían la Molinillo por su antiguo trabajo como prostituta, es la matrona de las acompañantes del personaje principal.

La Cariñosa: Es la gata que, según la perspectiva del personaje principal, traiciona a su dueño, pues él pensaba que jamás se iría con un gato y tendría crías.

Hasta antes del suceso era una gata leal para él, pura y virgen como un ángel.

En ella se refleja la concepción de la esposa, pues al decepcionar a su amo, este hace la reflexión de las esposas que engañan a sus maridos con otros, para él todas las mujeres son infieles.

Doctor Menchaca: Es el doctor personal del personaje que motiva la historia, él le advierte sobre la incontinencia urinaria que podría padecer si seguía jugando a los espadazos en la escuela.

En ese negocio tenía muchas esperanzas, aunque al final se resigna a quedarse en la pobreza definitiva, así murió, a causa de un golpe de nuca en su bañera.

Profesor Moralitos: Se encargaba del grupo de quinto año.

Esta novela está escrita en un ambiente posrevolucionario, se publicó en el mismo año en que su autor fue aceptado de nueva cuenta al Partido Comunista de México, ya que había sido expulsado en 1943 debido a algunas diferencias ideológicas.

Esta novela es una de las más alejadas de la temática del materialismo histórico que el autor había abordado con anterioridad: “Revueltas evade subrepticiamente la obediencia debida a los héroes positivos, y presenta un espacio ajeno a las regalas marxistas de la contradicción histórica y la producción material”[7]​ Se trata de una narración muy breve, con poca acción en tiempo presente ya que se narran principalmente los recuerdos del protagonista y los personajes que interactuaron con él en el pasado.

En este sentido se observa su posición machista, pues al plantearse que puede reproducirse con cualquier mujer y la decepción de la gata se observa el desprecio hacia el género femenino “Esta virtud ética y literaria apartó a Revueltas de la deformación esperpéntica, porque al observar desde adentro a sus personajes se libraba de condenarlos o compadecerlos.”[9]​ Aunque no es lo único que desprecia, también se nota el desdén hacia los indígenas cuando pisa a la muchacha con su bebé en los brazos y compasivamente le tira una moneda.

Una literatura del “lado moridor”, México: Fondo de Cultura Económica, 2014, 113 Págs.