Enrique Jiménez Carrero

Su obra puede dividirse en dos períodos: el primero de ellos está marcado por su inconfundible estilo hiperrealista, con constantes alegorías a su infancia, a la melancolía y al recuerdo de la tierra forzosamente abandonada.

En esta etapa su obra presenta una armonía cromática con predominio de los colores beige y ocres.

El segundo periodo, a partir del año 1999, derivó en un realismo más vivo, con constantes juegos de profundidad, pintando el cuadro dentro del cuadro.

Aumentó el contraste cromático y la luminosidad con una mayor presencia del color.

En esta etapa comenzó también a experimentar con nuevas técnicas que engrosaron su ya extenso catálogo de texturas.