La entrevista motivacional fue por primera vez descrita por Miller (1983) en un artículo de la revista Behavioural and Cognitive Psychotherapy.
Por ejemplo este cambio de discurso puede inducirse con preguntas del tipo: «¿Cómo te gustaría que fueran las cosas?» o «¿Qué cosas que te gustaría hacer te está impidiendo el alcohol?» A diferencia de las intervenciones y los tratamientos clínicos, la MI es la técnica en la que el entrevistador (terapeuta) ayuda al entrevistado (paciente) a cambiar un comportamiento expresando su aceptación del entrevistado sin juzgarlo.
En principio la MI está diseñada para llevarse a cabo en 4 sesiones, si bien algunos pacientes pueden necesitar más y otros menos.
Además el terapeuta necesita habilidades de interacción muy ensayadas, como preguntas abiertas, escucha reflexiva o reiterar convenientemente al paciente lo que este ha afirmado.
[7] Al mismo tiempo el terapeuta debe tener en mente los siguientes 5 principios cuando practique la MI.
Cuando los pacientes se ponen un poco defensivos y discutidores, eso es normalmente una señal para cambiar el plan de ataque.
[10] En consecuencia está claro cuán importante es para el paciente aumentar su autoeficiencia si la tiene baja (la eficacia es distinta de la eficiencia, pero la autoeficacia es lo mismo que la autoeficiencia)[15] y el terapeuta debe contribuir a este aumento mediante una práctica correcta de la MI y una escucha reflexiva.
haber estado toda una semana sin fumar, en vez de resaltar que recayó en el vicio).
[13] En este paso el terapeuta empieza a conocer al paciente y entender qué está ocurriendo en su vida.
El paciente necesita sentirse cómodo, escuchado y plenamente entendido desde su punto de vista.
Esto ayuda a generarle confianza en el terapeuta y construye una relación donde ambos trabajarán juntos para conseguir un objetivo compartido.
En estas áreas el paciente se siente inseguro o está luchando para conseguir un cambio.
[18] El terapeuta entonces animará al paciente a ordenar por prioridad sus objetivos y explicitar los comportamientos que obstaculizan su consecución.
[13] Normalmente, hay una razón más fuerte que las otras para motivar el paciente hacia su cambio de comportamiento.
[17] El papel del terapeuta es formular preguntas que guíen al paciente hasta encontrar su propia solución para cambiar.
En este cuarto paso el terapeuta puede escuchar y reconocer áreas que necesitan más trabajo hasta llegar a la motivación fundamental para cambiar, o ayudar al paciente a vencer la incomodidad de lo que todavía está bloqueando su cambio de conducta.
Esto ayuda a comparar y medir cómo su comportamiento ha cambiado hacia su nuevo objetivo.
Se creó con un «objetivo más modesto en mente»,[24] porque simplemente se propone «ayudar al paciente a hablar del porqué y el cómo del cambio» y animar el cambio de comportamiento.
Son encuestas en las que se pregunta, por ejemplo, si el terapeuta invita al paciente a hablar.
[29] Si el paciente sufre depresión, ansiedad, trastorno bipolar, esquizofrenia o psicosis, puede necesitarse una terapia más intensiva para inducir un cambio.
Los mensajes bienintencionados pueden tener el efecto opuesto de alejar al paciente o hacer que se rebele.
Puede que el profesional sanitario vea al paciente una sola vez, y por corto tiempo.
El dentista puede considerar oportuno sugerir un cambio de comportamiento, como emplear hilo dental o modificar la dieta, pero la duración de la sesión puede no ser suficientes si se combina con otras responsabilidades del profesional sanitario y con el bienestar del paciente.
La MI se ha incorporado a la gestión del aula (conseguir que el alumnado esté callado y quieto, para poderlo instruir).
Un estudio titulado "Coaching basado en entrevista motivacional como intervención para enfermos crónicos" se llevó a cabo para evaluar el impacto de la MI en estos pacientes.
Actualmente un modelo establecido denominado terapia cognitivo-conductual (CBT por sus siglas en inglés) está siendo empleado para estos padecimientos.
[39] La investigación sugiere que la colaboración de MI y CBT es eficaz, porque por separado ambas han mostrado su eficacia.
Actualmente son insuficientes los artículos científicos para probar el efecto de la MI en las enfermedades mentales.
La investigación sugiere que muchas personas «incluso quienes activamente buscan e inician tratamiento, no reciben la terapia completa recomendada».
El objetivo de utilizar la MI contra la ludopatía es reconocer y superar las barreras que mantienen a la persona en ese estado y «aumentar la inversión global en terapia apoyando el compromiso de la persona para cambiar sus comportamientos problemáticos».