En la parte posterior, formando un mismo cuerpo con la capilla pero de menor altura que esta y con un tejado independiente a un agua, se encuentra adosada la casa del ermitaño.
En el centro de la inferior se abre una puerta emplanchada y adintelada, rodeada por una cenefa pintada.
En vertical sobre la puerta hay un óculo circular y sobre este el nombre de la ermita en azulejos.
Su suelo se cubre de baldosas blancas y negras que forman figuras geométricas.
La decoración más relevante son unas pinturas murales obra de José Antonio Espinar.