Escándalo Hirtenberg

[5]​ El príncipe, que apenas dos años antes se había mostrado contrario a estrechar relaciones con Mussolini, en 1931 necesitaba el auxilio de este: había sostenido el movimiento con sus rentas, insuficientes, y sufragado la desastrosa[7]​ campaña electoral provincial de abril de 1931, en la que la Heimwehr no había obtenido ningún representante.

[5]​[11]​ El príncipe visitó al Duce y demandó armas, dinero y apoyo diplomático para su organización, petición para la que afirmó contar con el beneplácito del canciller Dollfuss.

[22]​[19]​ Pertenecían oficialmente además a un ciudadano italiano, Giuseppe Cortese, y no al Gobierno.

[21]​ Starhemberg denunció por libelo al Arbeiter Zeitung por afirmaciones similares y ganó el caso.

[34]​[27]​[19]​ Aunque con sumo tacto, las dos potencias exigían la devolución de las armas a Italia o su destrucción en las dos semanas siguientes.

[35]​[28]​[27]​[36]​ Dollfuss solicitó ayuda a Mussolini quien, sin consultarlo, publicó la nota presentada por británicos y franceses;[37]​ el disgusto popular obligó al canciller austriaco a rechazar el ultimátum por prestigio.

[40]​[41]​[31]​ Una vez descargadas las armas en Hungría, los vagones se sellarían nuevamente y volverían vacíos a Italia.

[3]​ Franceses y británicos, más preocupados para entonces con el nombramiento como canciller de Hitler que con los acontecimientos austriacos, decidieron poner fin a la crisis.

[42]​[43]​ El revuelo internacional complicó la recepción del crédito internacional obtenido en julio de 1932 en Lausana por Dollfuss, que los franceses se negaron a ratificar hasta que se aclarase el embrollo.

[45]​ La revelación agravó además las diferencias entre el Gobierno austriaco y la oposición socialista.