Los esconjuraderos son un elemento característico de la cultura y tradiciones pirenaicas.
La sociedad montañesa atendía los aspectos de la climatología con la misma superstición y prácticas que en otros aspectos de la vida cotidiana.
Estos configuraban un espacio importante desde el cual el sacerdote y la población invocaba para desviar o deshacer las tormentas o tronadas que pudiesen malograr los campos y cosechas.
Es por ello que estas edificaciones se localizan en puntos donde existe una amplia panorámica del horizonte.
Recientemente, el esconjuradero de Guaso ha sido intervenido en su restauración para su acondicionamiento y disfrute.